Tres brazos robóticos penden sobre un enfermo. A poca distancia, un cirujano observa por el visor de una consola gigante las imágenes en tres dimensiones del corazón del paciente. Valiéndose de los brazos robóticos, el cirujano corta y cose a fin de reparar una válvula cardíaca defectuosa. Esta técnica permite una cirugía mínimamente invasiva dada la extremada precisión de movimientos del instrumental, lo que se traduce en incisiones más pequeñas, una pérdida de sangre menor y una recuperación más rápida.